En su película “Hannah Arendt” la directora alemana Margarethe Von Trotta ha retratado a la Arendt que muchos imaginábamos.
Una Arendt libre, inteligente y combativa. Enamorada y cariñosa. Pasional, increíblemente, pasional (por favor no la imaginen histriónica, fumaba demasiado…) Y todo, gracias a la interpretación de Bárbara Kusowa en el papel de la filósofa que es, sencillamente soberbio.
El biopic de Von Trotta se centra en un momento crucial de la vida de Hannah Arendt : la publicación de sus artículos sobre el proceso Eichmann en semanario «The New Yorker». En definitiva al momento en el que una mujer, filósofa, judía y que fue amante de un tipo como Heidegger, se enfrenta al mundo del «deber», de lo que la “mayoría social” esperaba que dijera del criminal nazi, principalmente los lectores del “The New Yorker” y al de su conciencia: al hecho mismo de pensar y por tanto de enfrentar la soledad, ya que pensar es un acto solitario y aislante porque su manifestación conlleva una carga ineludible de incomprensión e intolerancia.
Y de este enfrentamiento surge su retrato de Eichnmann como un individuo incapaz de pensar, solo de obedecer, anulado de su condición humana como también lo fueron los más de seis millones de judíos asesinados por Hitler. Un proceso de barbarie necesita de víctimas y verdugos despojados de su condición humana, de su capacidad de pensar. Y éste hecho era lo único que acercaba, a Eichmann, en términos de igualdad, a sus víctimas.
Desde ese punto de vista de comprensión de la barbarie, el personaje de Hannah dice que solo algo a medio camino entre la resistencia y el colaboracionismo puede explicar la actitud de algunos líderes judíos ante el proceso organizado que necesariamente tuvo que ser el holocausto.
En el particular via crucis que Hannah Arendt sufrió tras la publicación de sus artículos sobre el proceso Eichnmann, ella la mujer “sin pueblo”, como le dice a su agonizante amigo Kurt cuando va a visitarlo por amor y éste le acusa de sabotaje al pueblo judío, Hannah digo, pierde amigos, colegas, colaboradores pero la directora del film no presenta a una Arendt amilanada ante estos hechos sino rebelada en la incomprensión, por momentos introspectiva pero siempre sociable y amante.
Por ello y casi hasta el final de la película, y ante la avalancha de insultos y artículos de opinión en su contra, el personaje de Hannah no dejará de repetir que no es comprendida o entendida, o que, sencillamente, no han leído su trabajo íntegramente, en su totalidad…Von Trotta convierte la incomprensión en el elemento articulador del desenlace de su biopic. Y gracias a ello cualquiera puede solidarizarse con la pensadora, porque descubre que opinar es una evaluación parcial que necesita de muchos indicios y pocos datos. Todo lo contrario a razonar y argumentar.
Por eso con inteligencia y belleza, Von Trotta hila el vitoreado “speech “final, en el que la brillante filósofa explica a la Cátedra y a los estudiantes sus argumentos sobre Eichmann, (el juicio al hombre, no a la historia), con otra escena en la que Hannah dice a su marido, tras su intervención, que está convencida de que realmente no habían comprendido lo que quiso decirles, porque nadie en el auditorio se percató de su error al afirmar que «el mal era banal y radical» cuando en realidad el mal solo puede ser «extremo». La comprensión del error muestra a una Arendt tolerante consigo misma y con el «otro», en un gesto que interpreto de profundo amor.
Antes de conocer a Heidegger y la verdad sobre el amor y el olvido (“fill the blanks, Hannah “ le dice su amiga Mary McCarthy al preguntarle por el hombre de su vida ) Hannah escribió: “Hay un maestro (se refiere a Heidegger); quizás es posible aprender a pensar… Es un pensamiento que asciende como una pasión del simple hecho de haber nacido para el mundo…, y que no puede tener una meta final…, como tampoco puede tenerla la vida misma».
De Hannah Arendt aprendí, hace muchos años, que pensar es un acto de amor y de lucha contra la incomprensión. Y que perdonar y prometer revelan pensamiento o al menos voluntad de aprender a pensar y a entender que somos lo que podemos aportar a los demás, en un momento infinito que es, simplemente, ahora.
Joder Ana, cómo te admiro !!!!!
Me gustó el último párrafo y me pregunté lo que haces ahora, en ese ‘momento infinito’. A mí también me gustó la película.
Un abrazo grande desde Holanda!
Giovanni! Qué alegría! Cuánto tiempo desde los tiempos de Ana está dentro de su gata.
Vivocon el corazón repartido entre Lima y Málaga. ¿y tú? ¿cómo estás?
De veras no sabes qué emoción verte de nuevo!!!!
Ana
Sigo con mis cosas y hago de vez en cuando vídeos cortos que pongo en youtube. O ya lo hacía en los tiempos de Ana está dentro de su gata? El vídeo más reciente es sobre un gato:
Mi correo es jj.teunissen@fondad.org
Un abrazo,
Giovanni
un otro vídeo que tal vez te guste:
y qué piensas de este:
y de este:
y, por fin o de momento, de este:
Bueno impresionada que me tienes! Qué brillante eres Jon!
Nada de brillante! Están la casa y el lugar donde vivo, está mi querida Italia y está el Chile con que tenía una relación especial en la segunda mitad de mis años veinte (entre 1972-1978) y que después iba a ser el país donde tenía ‘familia’. De la ‘familia’ que visito siempre se murió no hace mucho Cristina. La puedes ver en el siguiente vídeo (en que dice «El tiempo pasa sin que uno se de cuenta.»):
Pienso mucho en el tiempo.Hace poco fue mi cumpleaños.Quisiera llegar a 89 como Cristina.
En mi comentario anterior me referí a los vídeos… y ahora pienso a una novela que acabo de leer y me fascinó, «L’amica geniale». de la scrittrice italiana Elena Ferrante. Un abrazo
Me la apunto para leer ahora en Lima.
Un beso, Jon
Si por acaso no lo tenés, aquí el enlace a mi sitio web profesional: http://www.fondad.org y al blog «Thoughts» ligado a el: http://www.fondad.blogspot.com